El aborto es la pérdida del embarazo "en un momento en el que el embrión no es viable, es decir, que no es capaz de sobrevivir fuera del útero materno". Según la definición que hace la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, es “la expulsión o extracción de un embrión de menos de 500 gramos de peso (peso que se alcanza aproximadamente a las 22 semanas completas de embarazo", o bien cuando tiene otro peso o edad gestacional pero es totalmente inviable.
Se puede producir tanto de forma espontánea como inducida. En este último caso, la ley española permite el aborto hasta la semana 14 de gestación. Entre las 14 y 22 semanas, se permite el aborto de la gestación previo diagnóstico médico que lo justifique, por motivos como malformaciones en el embrión o enfermedad grave de la embarazada. Este diagnóstico debe ser confirmado por dos especialistas independientes. A partir de las 22 semanas de gestación, sólo es posible el aborto en caso de anomalías fetales incompatibles con la vida, con dictamen emitido por algún especialista que no sea quien realizará el procedimiento del aborto, así como cuando se detecta una enfermedad fetal extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico, confirmada por un comité médico.
Sea cual sea el caso, el aborto concluye con la expulsión del embrión a través del canal vaginal.
Estos son los diferentes tipos de aborto:
El aborto espontáneo es aquel que no se da de forma intencionada, sino a causa de una serie de complicaciones en el embrión o en la madre. Generalmente ocurre durante las 12 primeras semanas de gestación y no precisa de ningún tipo de intervención quirúrgica, pero a partir de la semana 20 pasa a denominarse muerte del embrión. La tasa de aborto espontáneo se encuentra entre el 15 y el 20% entre aquellas mujeres que saben que están embarazadas. Según datos recogidos en el último Congreso Anual de Hiteroscopia, 3 de cada 10 mujeres que se quedan embarazadas por primera vez sufren un aborto natural, algo que plantea muchas preguntas y dudas sobre las posibles causas.
Hay que tener en cuenta que más de la mitad de los óvulos fecundados no son viables y se expulsan de forma espontánea; para la mayoría de las mujeres esto pasa desapercibido ya que los únicos signos que se dan de este hecho es un sangrado ligeramente mayor del habitual durante la menstruación.
Las causas de un aborto espontáneo pueden ser varias, aunque lo más común es que se deba a problemas en los cromosomas de los embriones. "Esto es que el embrión tiene algún problema en su dotación cromosómica o en su contenido genético que permite su implante en el útero pero no su desarrollo final".
También existen otros factores como niveles hormonales anómalos, diabetes no controlada, incompetencia del cuello uterino o algunos medicamentos. Otro tipo de causas pueden ser infecciones, obesidad, problemas físicos en los órganos reproductores de la madre, problemas con la respuesta inmunitaria o enfermedades graves.
La edad también puede ser un factor determinante: a mayor edad, mayor es la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo, especialmente a partir de los 40 años. El haber sufrido un aborto espontáneo anteriormente también puede aumentar las posibilidades de volver a sufrirlo.
Las mujeres que tienen abortos de repetición o que tienen varios abortos, "con cierta probabilidad pueden tener problemas de coagulación de las sangre o tromboflia".
Otras causas establecidas son anomalías estructurales del útero, trastornos endocrinos como el hipotiroidismo, y autoinmunes como anticuerpos antitiroideos.
Existen síntomas que pueden indicar un aborto espontáneo como lumbalgia, dolor abdominal, cólicos o sangrados vaginales.
Los síntomas son muy variados. Hay mujeres que abortan sin saberlo y se ve en un hallazgo casual en las pruebas ginecológicas, y otras que tienen síntomas como distensión abdominal, calambres, náuseas o repulsión a los olores pero, de repente, dejan de tenerlos.
Si el aborto se da durante las primeras semanas, normalmente el tejido se expulsa por la vagina de forma natural sin necesidad de intervención. En el caso contrario, se puede precisar de una cirugía como el legrado o medicamentos para terminar de expulsar los restos que queden en el útero. Esto es lo que se conoce como un aborto séptico y debe tratarse rápidamente ya que de lo contrario puede provocar infecciones, fiebre, sangrado vaginal, cólicos o flujo vaginal fétido.
Cuando el aborto ocurre con posterioridad a las 20 primeras semanas de gestación se conoce como muerte fetal y en estos casos siempre se requiere de cirugía para extraer el feto del útero. Es un caso extraordinario, pues sólo ocurre en menos del 1% de los embarazos.
Los primeros síntomas de una muerte fetal se suelen mostrar al detectar un menor movimiento del bebé o espasmos y dolores en la pelvis, la espalda o el vientre. Factores como el tabaquismo, la hipertensión arterial o la diabetes pueden aumentar las probabilidades de que esto ocurra, pero también se puede producir por preclampsia y eclampsia, enfermedades infecciosas, anomalías congénitas graves, posmadurez o lupus, entre otras patologías.
El aborto provocado es aquel que se realiza por propia voluntad de la mujer. Hay dos formas de interrumpir un embarazo:
Se toma un medicamento para llevar a cabo el aborto. Sólo se puede hacer durante las nueve primeras semanas de embarazo. El más común es la mifepristona, una hormona que bloquea la progesterona. Este y otros medicamentos se toman durante tres sesiones en una clínica bajo la supervisión de un médico, y pueden surgir algunos sangrados vaginales a causa de los medicamentos. Otros efectos secundarios de este tratamiento son cólicos, diarrea o malestar estomacal, y en raras ocasiones, fiebre alta.
Se realiza una cirugía para extraer el embrión. Existen dos métodos frecuentes de aborto quirúrgico por aspiración con vacío manual, que se puede hacer durante las 12 primeras semanas de embarazo y consiste en la extracción de todo el tejido que contiene el útero con un instrumento succionador de manera manual y la dilatación y evacuación. Este tipo de aborto quirúrgico se puede practicar tras el primer mes de embarazo pero siempre antes de la semana 13. Consiste también en la extracción del tejido que reviste el útero, pero se realiza a través de una máquina.
En ambos casos, se dilata el cuello del útero y se introduce un tubo a través del cual se succiona todo aquello a eliminar para completar el aborto. Tras esta operación pueden surgir algunos sangrados así como cólicos menstruales.
Si se realiza con anestesia local puede parecerse a una regla molesta. Si a la paciente le preocupa el dolor o está muy nerviosa "se puede realizar también con sedación", según explican desde la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI).
En abortos mayores de 14 semanas "se usará siempre sedación y/o analgésicos o anestesia epidural, según la técnica. El aborto farmacológico puede ser también doloroso en el proceso de expulsión, para aliviarlo se pueden usar analgésicos", señalan desde ACAI.
Aquellas mujeres que dudan, que tienen sensaciones encontradas, que sienten presiones en un sentido o en otro con respecto a su entorno o pareja, que entran en contradicción con sus ideas políticas o religiosas y toman la decisión no con una motivación propia, sino influidas o condicionadas por elementos externos, "son las que tienen más posibilidades de generar repercusiones psicológicas negativas a medio y largo plazo".
El sufrimiento asociado a esa pérdida "no va a depender únicamente del tiempo de gestación en que se produce sino, sobre todo, del valor emocional que tenía ese embarazo para la mujer". "No es lo mismo perder un embarazo que ha llegado en los primeros meses de búsqueda, que un embarazo que se ha conseguido tras varios ciclos de tratamientos de reproducción asistida".
De la misma forma, "no será lo mismo perder el embarazo en las primeras semanas de gestación, que tener un aborto en el último trimestre del embarazo. Sin duda alguna, la intensidad del dolor será diferente. Tras la pérdida, cada mujer elaborará su propio duelo".
En función de estas variables, cada mujer tendrá una forma diferente de vivirlo y sentirlo. Dentro de los síntomas habituales que se dan tras una aborto, podemos encontrar:
Síntomas afectivos: tristeza, ganas de llorar, rabia, sensación de irrealidad.
Síntomas conductuales: inquietud, retraimiento social, llanto espontáneo.
Síntomas fisiológicos: pérdida de apetito, insomnio, quejas somáticas.
Síntomas cognitivos: preocupación, pensamiento de culpa, baja autoestima, problemas de concentración y de memoria.
Todos estos síntomas pueden provocar el síndrome postaborto.
Existe la creencia de que la píldora del día después es abortiva. La píldora del día después no puede interrumpir un embarazo en curso ni dañar un embrión en desarrollo.
La anticoncepción de urgencia actúa retrasando el momento en que el ovario libera un óvulo preparado para la fecundación e impidiendo su encuentro con un espermatozoide. Los espermatozoides pueden vivir en el aparato genital de la mujer entre tres y cinco días tras el coito. En estos días la mujer puede quedar embarazada si se produjera la ovulación. Si fuera una píldora abortiva, no estaría autorizada su libre dispensación en la farmacia.
Actualmente existen principalmente dos tipos de píldoras del día después a disposición de las mujeres que puedan necesitar anticoncepción de urgencia: acetato de ulipristal y levonorgestrel. Ambas píldoras actúan retrasando la ovulación.
Para el aborto del embarazo de manera farmacológica, se utilizan dos pastillas en combinación. Por un lado, la pastilla abortiva RU-486 (mifepristona) que es una antiprogesterona administrada vía oral. Y un segundo fármaco, el misoprostol, que es una prostaglandina E1 utilizada para el proceso de dilatación cervical y expulsión . El misoprostol puede administrarse por vía oral, bucal o vaginal.